lunes, 19 de julio de 2010

Editorial: Debemos pasar a la vereda de la solución

Cada vez más, el tránsito caacupeño se está convirtiendo en un caos. No solo por la falta de control de las autoridades municipales, sino por la falta de conciencia y pericia de los automovilistas, motociclistas y transeúntes.
Este mal endémico de nuestro país no debe ser excusa ni consuelo de los caacupeños. Debe ser motivo de alarma, de preocupación y más que todo, de ocupación de los involucrados, en este caso, toda la comunidad.
Existen en la ciudad puntos críticos en donde se hace muy difícil transitar, tanto en las calles como en las aceras. En las calles porque, por ejemplo, hay doble fila de estacionamiento, colectivos que levantan pasajeros o por el hecho de que comercios de la ciudad las utilizan para descarga de materiales o de productos (léase supermercados, construidos y en construcción). En el caso de las veredas, el problema es similar, salvo que en este caso la culpa es directa de los dueños de negocios y/o autoridades municipales que no hacen cumplir las leyes al respecto.
Si le sumamos a la falta de señalización en la ciudad que dificulta el tránsito, los semáforos que funcionan en total desfasaje con la circulación vehicular, inspectores que se convierten en simples espectadores, todo contribuye al desconcierto de propios y extraños.
Los mismos peatones no respetan las reglas de tránsito pues cruzan por cualquier parte, menos en las esquinas donde es debido, o salen de una manera imprudente a la calle poniendo en riesgo su propia integridad física.
Un apartado especial queremos dedicarle a los “motoqueiros” (quienes se hacen la idea equivocada de que sus cuerpos son de material elástico) que circulan por donde uno menos los espera. En este grupo están incluidos también los mototaxistas, tropa que debería ser la más cuidadosa ya que transportan a inocentes pasajeros en sus viajes. Hay que agregar que la mayoría de las motos no cumplen los requisitos mínimos para circular porque tienen las luces y los señaleros rotos o sus conductores no cuentan con el equipamiento necesario para el efecto.
Otro aspecto en contra de este sector es la utilización de los caños de escape “libre” que producen un sonido ensordecedor y molestoso.
Las autoridades que se van poco o nada pueden hacer ya para solucionar estos problemas. Las que están por entrar tendrán la magnífica oportunidad de convertir a Caacupé en una ciudad ordenada en su tránsito vehicular.
Por su parte, las personas involucradas en el problema (automovilistas, motociclistas y peatones) también deben poner de su parte para pasarse a la vereda de la solución.

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